El argentino hizo una buena pelea, fue superior a su rival en varios tramos de la misma pero la decisión del jurado, de tono «localista», no coincidió con lo ocurrido en el ring, porque fue el mendocino quien sacó una ventaja clara, tras los 12 rounds, ante un rival de primer nivel.
Sin dudas que hoy es un día triste para el boxeo porque nuestro querido “Cotón”, el campeón del esfuerzo, el sacrificio, la dedicación, del trabajo permanente, de una conducta irreprochable, que llevaba ocho defensas de la corona, un buen día debió rendirse ante un incomprensible fallo mayoritario de los jurados (dos lo vieron perder 115-113 y 116-113 y otro vio empate: 114-114). La tarjeta de Malargüe a diario lo vio ganador por 117-113.
Da bronca y es incomprensible entender lo que sucedió en la noche de Japón. Porque Reveco había dejado una grata impresión arriba del ring y tal vez había realizado una de sus mejores peleas. Había dominado el combate en Osaka, a pesar de algún bache en el inicio. Había conectado poderosos ascendentes y rápidos golpes curvos. Había tomado la iniciativa con cada sonar de la campana en los 12 asaltos y porque había llevado el peso de la pelea y no había sufrido caídas o cortes en el rostro.
Pero también el hombre oriundo del barrio Virgen del Carmen había sido más porque trabajó con combinaciones de tres golpes, porque bloqueó los mejores envíos del local y porque tuvo corazón de campeón.
Su rival, más joven, siete centímetros más alto, tenía atada su derecha. Y claro, temía ser lastimado por el poderoso gancho a la zona hepática del Cotón. Entonces, el retador dejaba la derecha pegadita al cuerpo, y marcaba distancias con sus plásticas piernas. Es cierto, es un estupendo boxeador Ioka, porque con apenas 26 años, ya es triple campeón mundial, en tres categorías distintas. Y tiene una proyección interesante. Pero eso no alcanza para tapar una realidad.
De todas maneras, las tarjetas provocaron una sorpresa desagradable. Un fallo con tinte localista. Pero en el boxeo, no será la primera ni la última vez. De hecho, En Alemania, lo cuentan risueños los que allí fueron a combatir, lo tienen que sacar muerto al teutón de turno para que le den perdida una pelea. Y en Japón no están demasiados alejados de esa lógica mercantilista, que nada tiene que ver con el genuino espíritu deportivo, que guarda otros valores.
Por eso, a pesar de haberle robado una vez más una pelea, como aquella vez frente a Brahim Asloum en Francia, Cotón, sigue siendo nuestro campeón, el campeón de la vida.