De esas historias que pocas veces se cuentan

Ambos son crianceros, de nuestra tierra y en soledad todos los días se esmeran por cuidar sus animales, porque de ellos depende su futuro.

Los malargüinos que habitan en la zona rural ya de por sí tienen una vida muy distinta a los que vivimos en la ciudad, su vida es más sufrida, tiene menos recursos y servicios, deben lidiar con el clima, con animales predadores que les matan parte de su capital y muchas veces viven aislados, sin poder reclamar sobre sus necesidades. A lo anterior se suma el fuerte temporal que azotó hace algunas semanas a parte de nuestro extenso departamento.

Juan Gabriel (21) y Juan Antonio Moreno (51), hijo y padre, en el puesto La Ventana, a 8 kilómetros de Las Loicas. Su puesto está a un costado de la ruta 145, por la que se viaja a Chile. Sus casas son de piedra y barro. Los que los conocen, destacan que son bondadosos y buenas personas. Hablan poco con la gente que no conocen, pero si tienen que ayudar a quien sea no lo dudan. Ambos son crianceros, tienen caballos, vacas, cabras y ovejas. Los dos viven como pueden, con lo que tienen.

Juan Gabriel hizo la primaria en Las Loicas y la secundaria en Bardas Blancas. Cuando hay que viajar a la ciudad, por lo general una vez al mes, él es el que emprende el viaje, mientras su papá se queda cuidando los animales.

En su puesto no tienen energía eléctrica y ningún otro servicio. Tampoco señal de teléfono, por lo que cuando necesitan hacer una llamada salen a “buscar la señal”, a un kilómetro de su casa. Internet no existe. En tanto que cuando alguien de la ciudad necesita hacerles saber algo les mandan un comunicado por la radio AM.

Juan Gabriel dialogó con Malargüe a Diario y al consultarte sobre las pérdidas por el temporal de nieve explicó que a algunos caballos los bajaron de los cerros donde estaban. Llegaron en parte a caballo y también caminando. Pero a otros no los pudieron bajar de los cerros, porque “la nieve está cazadora” (blanda) y no les permitió avanzar. Además, saben que si vuelve a nevar en la zona posiblemente esos animales se mueran. Tampoco saben cuántos caballos se han muerto. Cabe aclarar que los animales por lo general están sueltos en el campo, donde pueden pastar.

Según explicó el entrevistado, un caballo puede estar aproximadamente 20 días encerrado en la nieve, sin comida ni agua, no tapado por la nieve. Cuando esto ocurre y por un instinto de supervivencia, los animales se comen entre ellos los pelos de la tuza y de la cola. Cuando logran bajarlos de los cerros algunos se salvan, pero para otros ya es demasiado tarde, como fue el caso de un caballo que quedó tendido sobre la ruta 145. Según Juan, estaba acalambrado y ya no lo podían salvar. Ese caballo no era de ellos, sino de otro criancero de la zona. Al animal se le notaba la falta de alimentación, ya sangraba por la nariz y tenían las horas contadas, mientras que en el cielo seis cóndores volaban en círculo.

Se le consultó a Juan si después del temporal de nieve alguien los visitó, para saber si necesitaban algo, pero respondió que nadie fue. Aprovechando la oportunidad, se indagó en si suelen recibir asistencia de algún tipo, pero la respuesta fue la misma, nadie los visita y no reciben nada de nadie, salvo de familiares y amigos. Irónicamente se le preguntó si en época de campaña política pasa lo mismo, a lo que contestó que ahí sí se acuerda de ellos y les acercan promesas de campaña.

Al consultarle a Juan sobre cómo hacen para abastecerse con los vendedores que los visitan, explicó que en el caso del forraje lo tienen que comprar con tiempo, en marzo o abril, porque si no ya en esta época corren el riesgo de que el envío se demore más de lo esperado y se queden sin el alimento para los animales. Mientras que los alimentos para ellos, reconocieron que suelen tener problemas con la aduana que está allí en Las Loicas, ya que a algunos de los vendedores que les suelen llevar cosas les pidan que hagan migraciones. Esto ocurre porque esa aduana es el último punto de control.

Además, según explicaron, suele ocurrir que cuando bajan la barrera después de las 19 o las 20 la ruta queda cortada y ellos quedan aislados. La barrera queda cerrada con un candado y les ha ocurrido que han necesitado pasar y nadie les abrió. A lo anterior se suma que si tienen una emergencia y esa barrera está cerrada y nadie los atiende, quedan desamparados sin poder ser asistidos. También explicaron que cuando nieva a veces no dejan pasar por esa aduana a los proveedores que les llevan mercadería y como consecuencia no pueden abastecerse.

A lo anterior se le suma otro problema, una planta que intoxica a los animales. Según nuestro entrevistado se trata del huecú (nombre criollo) y en estos días, con la humedad, la planta tomó fuerza. Uno de los síntomas que presentan los animales intoxicados es que se caen, les cuesta pararse y no pueden caminar con normalidad, por lo que deben trasladarlo haciéndolo caminar despacio hasta el puesto y allí darle de a poco pasto. Pero si no logran ver a tiempo a los animales que se intoxicaron, se mueren.

Juan, con su secundario completo, sale todos los días a cuidar los animales al campo. Encilla su caballo y sale junto a sus perros. A veces también lo acompaña su papá, pero cuando no salen juntos Juan Gabriel sabe que lo esperan con los mates listos. Si bien a este joven le gustaría por momentos vivir en la ciudad, pero reconoce que el ruido no le agrada demasiado, por lo que prefiere la paz y tranquilidad del campo. Sumado a que no dejaría a su papá solo. También reconoció que le gustaría estudiar para médico veterinario.

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