La religiosa nació hace 41 años en Villa Mercedes, San Luis, y aunque hace 18 que fue destinada a Belén, donde aprendió la lengua árabe, aún conserva su acento mercedino. En los últimos tiempos, vivió en Egipto y, ahora, en la ciudad de Alepo, Siria.
La guerra civil instalada en ese país cobró mucha relevancia en los medios internacionales luego de que un niño sirio, llamado Aylan, muriera ahogado en el mar Mediterráneo cuando escapaba junto a su familia hacia las costas de Europa. Este caso, tristemente célebre, no fue el único. Se calcula que el Mediterráneo es la frontera más peligrosa del mundo ya que, solo en 2014, murieron 3072 inmigrantes que intentaban cruzarlo. Además, cerca de 7000 mujeres y 15000 niños han fallecido en el conflicto.
Este panorama ha sido escenario de la labor de la hermana María Guadalupe que, más allá de las adversidades, no claudica en contener y acompañar a la comunidad cristiana de la ciudad donde reside.
Lo que más llamó la atención de su testimonio es cuando se refirió a la alegría con la que, a pesar de todo, los niños y jóvenes sirios viven, día a día. “El mensaje de ellos es comportarnos como cristianos, sin miedo, ellos lo hacen con una sonrisa, nos enseñan mucho de la vida”, resaltó.
En diálogo con Malargüe a Diario, comentó que, desde que se desató el conflicto bélico, los católicos están siendo perseguidos allí. “Lo que los está acompañando es la fe. Es muy admirable como a través de esta hacen su vida diaria. Como ellos mismos dicen: nos pueden matar pero no vamos a renunciar a Jesucristo ni a nuestra fe”, enfatizó.
Además, la monja afirmó que la ayuda humanitaria que llega es insuficiente, ya que Siria tiene 22 millones de habitantes y más de la mitad se encuentra refugiada, es decir que no tiene donde vivir y están en situación de riesgo.
“Ellos necesitan mucha ayuda, tanto los que se quedan como los que se van, pero, pesar de todas las carencias materiales, lo que más piden es oraciones, que recemos por ellos”, recalcó.
Por último, María Guadalupe expresó que no es fácil mantenerse en pie ya que se experimentan situaciones de salvajismo extremo como decapitaciones de cristianos, entierros y crucificaciones de niños vivos, a quienes les dicen que salvarán su vida si se convierten al islam, y recordó que esto mismo sucede en países como Irak, Nigeria, entre otros.