Por: Facundo Pedernera Ferragut

-¿Por qué decidiste estudiar para cura?

-En las tareas pastorales que hacíamos con los chicos de la Parroquia, misionábamos en el Barrio La Favorita de la Ciudad de Mendoza, un barrio mucho más marginal en aquella época. Íbamos de casa en casa conociendo los hogares de los niños que venían a la Catequesis de los sábados. Allí en esos encuentros la gente nos pedía que quería confesarse, bautizar a sus hijos, casarse, tener misas, etc. Tareas que sólo podía realizar un sacerdote. A nosotros nos daba mucha bronca porque el sacerdote de la parroquia iba muy poco para allá y le contábamos de esos reclamos.

Fueron esas demandas de la gente, esos pedidos los que me impulsaron a preguntarme: ¿por qué no yo? En ese momento estaba estudiando para hacer el ingreso a medicina y estaba de novio con una chica mayor que yo. Después de realizarme la pregunta en serio, comenzó todo un proceso y un tiempo de discernimiento y acompañamiento para ver si esa era mi vocación.

-¿En qué momento decidiste dejar los hábitos?

-Decidí dejar el ministerio sacerdotal cuando me empecé a dar cuenta de que tenía un vacío interior de contención afectiva, algo fuerte que me carcomía desde adentro, un calor que subía desde el estómago. Ese dolor me fue reclamando compañía, corporalidad, pero eso era muy contradictorio porque yo había decidido ser célibe para toda la vida. Cuando me empecé a dar cuenta que ese reclamo interno no se apagaba, empecé a darle cabida y me di cuenta que además, esa necesidad sexual me decía que mis tendencias eran homosexuales. Fue más difícil aún. Ese proceso que yo puedo contar en pocas líneas internamente fueron meses y meses de luchas internas.

– ¿Qué edad tenes y en qué año dejaste los hábitos?

-Actualmente tengo 41 años y deje los hábitos en junio del 2.001 hace 12 años atrás.

-¿Cómo se lo comunicaste a tu familia? ¿Cómo lo tomaron?

-Al principio sólo les dije que dejaba el sacerdocio, pero no les dije porqué, en realidad yo todavía tampoco lo tenía muy claro, no quería ponerle rótulo a lo que estaba viviendo. Pasado el tiempo cuando corroboré que eso era lo que me pasaba, ahí se los dije. Pero lo tomaron con mucha calma y aceptación. Generalmente uno tiene muchos fantasmas en la cabeza y se imagina situaciones caóticas pero cuando se dan en la realidad, es más liviano y llevadero de lo que uno creía.

-¿Qué le recomendarías a alguien que está pasando por lo mismo?

-Que tenga cautela, que vaya despacio. Pero que si se da cuenta, que no luche contra algo que tarde o temprano reclama lo que es. Uno a veces es el primero en luchar contra eso, pero cuando se da cuenta que en el reconocimiento consiste la Verdad y la sinceridad, se va liberando, aceptando, asumiendo y disfrutando de esa realidad.

-¿Qué opinas sobre la educación basada en la Biblia y la religión?

-Una educación puede tener como pilares la Biblia y la religión, pero no son los únicos pilares que hay que tener en cuenta. Se tiene que tener en cuenta una serie de disciplinas y ciencias que aportan mucho enriquecimiento. Si uno se cierra sólo al aspecto religioso, se queda sólo con una porción de la realidad.

-¿Te gustaría que haya más unión entre las diferentes religiones?

-Sí, por supuesto. Es algo que buscan también las mismas religiones, a veces con mayor apertura y comprensión. A veces creyéndose dueñas de la Verdad. Son distintas visiones de afrontar la divinidad. Lo peligroso es creer que sólo un discurso puede agotar a Dios y contenerlo. O poner conceptos o dogmas en la boca de Dios que son contrarios o atentan con la libertad del hombre.

-¿Te hubiera gustado seguir siendo cura si la iglesia fuera más liberal?

-La Iglesia tiene que cumplir su misión, tiene que defender valores que a veces la sociedad moderna no contempla. Pero otras veces la Iglesia tiene que escuchar y ver los nuevos valores que le presenta las camadas modernas. Siempre intenté tener un equilibrio. Como decíamos en el Seminario: “con un oído en el Evangelio y otro en el pueblo”. No sé cuál hubiera sido el rumbo de mi sacerdocio. Hoy estoy contento y no me arrepiento de haber dejado el ministerio y de estar haciendo mi aporte a la sociedad desde mi vocación artística.

-¿Qué opinas de la ley de matrimonio igualitario y la adopción para personas del mismo sexo?

-La ley de matrimonio igualitario es algo que se debía a la sociedad argentina desde hace mucho tiempo y aún se debe en varios países. Es una herramienta legal que deja cubiertas y seguras a las personas que tienen un proyecto en común. Además de ser un momento social en donde ambos contrayentes manifiestan su decisión de seguir juntos y seguir eligiéndose mutuamente.

-Con respecto a la adopción, creo que todo ambiente donde haya amor verdadero y respetuoso, es un ambiente propicio para educar y criar a un ser humano.

¿Qué opinas de la gente que tiene un pensamiento diferente?

-Los comprendo y los respeto, yo en algún momento de mi vida pensaba totalmente diferente y me llenaba de razones para seguir pensando así. Pero ese mismo respeto y comprensión pido de parte de ellos también. Muchas veces se te insulta o se te denigra por llevar una vida diferente. Es necesario que la persona se ponga en el lugar del otro antes de juzgar y criticar. A veces creo que es más abierta la gente que ha pasado por una experiencia de acercamiento con algún homosexual o por conocer a alguien que le pase algo similar. Es muy fácil gritar desde la vereda de enfrente.

– ¿Crees que en el presente la gente es más abierta de pensamiento?

-Sí, hoy la gente es más tolerante y comprensiva. Creo que eso también es gracias al debate y a la ley. La gente necesita conocerse, conocer nuevos paradigmas y sacarse de la cabeza fórmulas que se creen que son infalibles y han llevado a muchos a la infelicidad.

-¿Cuándo asumiste tu condición sexual?

-De a poco, progresivamente, con miedo. Creo que luché contra ella durante mucho tiempo. Hasta internamente le pedía a Dios un tiempo de reflexión, me decía que era como un tiempo donde “le pedía gancho a Dios”, una especie de impás para saber qué me pasaba. Pero que pasado ese tiempo tenía que dar una respuesta. Fue muy doloroso y traumático, no le desearía a nadie atravesar esa experiencia.

-¿Tus ex colegas como lo tomaron?

-La mayoría de ellos se escandalizaron, algunos muy hipócritas, otros más humanos se pusieron en contacto para poder escuchar o dar una mano. Hubo de todo. Todavía encuentro gente dolida y afectada por mi salida. La entiendo, la comprendo. Pero no me puedo sentar a hablar con cada uno a explicarle qué me pasaba en ese momento. Además porque yo tampoco lo sabía.

-¿Seguís yendo a la iglesia y teniendo el mismo pensamiento teológico?

-No, no soy un católico practicante. Cuando dejé la Iglesia me alejé bastante. Hoy estoy más cerca y con algunos amigos sacerdotes que he recuperado. Pero al comienzo fue bastante duro y creo que mucho de ese alejamiento se debe a que uno deposita la culpa de su salida a la Iglesia, cuando el que decidió separarse fue uno. En ese momento le reprocha todo junto, todas aquellas cosas que nunca le gustaron y es un momento de tensión muy grande.

Algunas cosas de mi pensamiento teológico han cambiado pero la mayor parte de las cosas las sigo pensando como cuando vivía el ministerio sacerdotal.

-¿Crees que si sacan el celibato se reduciría la pedofilia y otros actos negativos que tienen los sacerdotes?

-Son dos cosas muy diferentes el celibato y la pedofilia, y unirlas a veces crea confusiones. Hay gente pedófila que no es célibe y hay gente célibe que no es pedófila. No son dos realidades que van de la mano.

Sin embargo, hay que reconocer que la autoprohibición del sexo provoca perversiones cuando no hay una verdadera vocación y sentido del porqué de ese celibato o castidad.

Hay que intentar vivir el celibato no como una autoprohibición del sexo, sino como una forma diferente de vivir la sexualidad. Lamentablemente no son muchos los seminarios que presentan esa visión de que el celibato es una forma de asumir la sexualidad. Y entonces uno termina “amputando” algo esencial de la persona: su sexualidad.

También creo que es posible el celibato pero muy pocos son llamados a ello. Hay sacerdotes que lo viven muy bien. Pero es un porcentaje muy chico. Se requiere mucha madurez sexual, afectiva y humana. Y hoy no hay tantas personas con esas cualidades. Muchos curas lo viven con alegría, otros con mucha frustración y tristeza. Otros prefieren vivir una doble vida.

Por eso también opino que el tema del Celibato en los sacerdotes es un tema pendiente, tendría que ser una opción libre del candidato al Sacerdocio y no algo que vaya de la mano.

-¿Tenes pareja actualmente? ¿Cómo fue el proceso para estar juntos? ,en el sentido de aceptar tu condición, cuando lo conociste ¿te enamoraste en el momento o te costó?

-Vivo en pareja desde hace 9 años y medio. Pero para encontrarnos tuvo que pasar mucha agua bajo el río. Tuve que aprender a conocerme y reconocerme.

Tenemos muchas cosas en común, pero en la mayoría disentimos y nos complementamos. Se requiere de mucho diálogo, mucha renuncia, compartir experiencias, limar asperezas, proyectarnos juntos. Y no cerrarnos a la realidad que nos toca vivir. La Biblia dice: “no es bueno que el hombre esté solo”. Es mejor estar acompañado; tirando de a dos el yugo es más llevadero. Somos con-yuges con un mismo objetivo.

-Ahora que vivís en Buenos Aires ¿crees que son más liberales que en Mendoza?

-Sí, claro, la sociedad bonaerense es más abierta. No sólo en Mendoza, generalmente en el interior la gente tiene que esconder más su historia o vivirla “dentro del closet”, como se dice. Escondiendo su realidad por temor a ser juzgado, señalado.

-¿Seguís teniendo los mismos amigos de la infancia luego que asumiste tu condición?

-No, no los mismos amigos, pero a muchos de ellos el facebook me hizo reencontrarlos. Y a la distancia podemos recordar las cosas buenas y lindas que vivimos juntos. Los que te conocieron de chico saben que tu esencia sigue siendo la misma y que tu elección sexual no tiene nada que ver con haberla traicionado.

-¿Qué buscas con la carta que le mandaste al Papa Francisco?

-Una respuesta de su parte. En el fondo creo que es tiempo que el debate que ya está en cierta manera ganado en el campo legal y social llegue al aspecto religioso. No porque sea el impulsor de esto. Ya hace muchos años que los teólogos vienen avanzando a pasos agigantados en este terreno, pero no son conocidos por los fieles porque la respuesta institucional sigue siendo muy cerrada y pacata.

Hay muchas personas que quieren vivir su fe siendo homosexuales y las respuestas de la religión son muy discriminatorias todavía, aun cuando ellos crean que son “hermosas palabras”.

Además ahora le sumo que tengo una gran responsabilidad por generar expectativas de esa consulta. Después de la carta, me ha contactado gente de diversas partes del mundo que comparte estas inquietudes y me piden que insista en obtener una respuesta.

-¿A qué te dedicas ahora?

-Me dedico de lleno a mi vocación artística. Estoy dedicado de lleno a la actuación, escribiendo mucho teatro, dirigiendo las obras que escribo, dando clases de actuación también. Pero la entrada económica más importante se la debo a la organización de eventos empresariales.

– Sé que escribiste dos libros: “Lucifer, ángel y demonio” y “Vacío de resurrección” ¿De que tratan los mismos?

-El primero es una biografía que surge al intentar explicarle a mi Obispo las cosas que pasaron desde mi salida, un contexto que le dé a entender a él mis actitudes.

El segundo es ficción, una novela policial con parte versionada de la historia argentina.

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