Nicolás Cia, delantero y goleador, fue convocado como refuerzo por el Club Atlético San Martín. Hoy se siente satisfecho de todos sus logros y sigue soñando. Paralelamente al fútbol, se capacitó y se recibió de dos carreras.
Este 2020 fue atípico para todos; tuvimos que adaptarnos a un estilo de vida totalmente distinto al que estábamos acostumbrados. Para la mayoría fue un año inolvidable en el peor de los sentidos; para otros en el mejor; como en el caso del malargüino Nicolás Cia, quien hace muy poco tiempo fue convocado como refuerzo del Club Atlético San Martín de Mendoza.
“Es un año raro, comencé jugando para el campeón de San Rafael, Quiroga, el Torneo Regional Federal Amateur que se suspendió en marzo por la pandemia y no se sabía si este año se iba a reanudar; hasta hoy es una incógnita; la verdad que no me esperaba que de un club con tanta trayectoria e historia en Mendoza, como es San Martín, me convocaran”, confesó para Malargüe a Diario el delantero y goleador malargüino.
Nicolás ama y juega al fútbol desde que tiene memoria; hoy, con 31 años recuerda sus comienzos: “Mi familia vive a 4 cuadras del Deportivo, comencé ahí haciendo las inferiores, a los 11 años; a los 14 me fui a Buenos Aires, a una Filial de River Plate por un año; luego volví a Malargüe y jugué un torneo más en primera en el Deportivo y me fui a San Rafael, al Club Huracán, donde jugué 2 años”.
Muy inquieto y decidido a evolucionar y crecer, Nicolás jugó en Gimnasia de Mendoza durante 2 años más y volvió a Huracán de San Rafael; donde, además de jugar, comenzó a estudiar: “Soy especialista en Gastronomía y Alta Cocina y Técnico Superior en Agronomía; mi prioridad fue la facultad, todos estos años he vivido del fútbol pero sé que esto es corto y si no tenes tanto éxito desde chico y no estás en un club grande no te salvas económicamente, por eso siempre decidí ir jugando y estudiando a la vez; tenía el ejemplo de muchos chicos que habían jugado en un montón de lados pero llegaban a los 35 años y no conseguían trabajo por no estar capacitados, yo opté por ir jugando y capacitándome en otro rubro para, el día de mañana, no se me haga tan difícil conseguir un trabajo estable; lo vi de los más grandes y lo incorporé para mi vida, me abrió mucho la mente, es lindo capacitarse porque te forma como persona”.
Priorizando siempre el estudio, hace un año Nicolás no aceptó la invitación para formar parte del Club Atlético San Martín: “Me habían contactado pero como estaba estudiando no podía aceptar. Este año se volvieron a contactar para decirme que requerían de mis servicios, querían que fuera a jugar allá, que era una linda oportunidad, ellos aspiran a estar en los primeros lugares del torneo y me decidí muy rápido porque, como ya había terminado mis estudios, sentí que era el momento de ir por un nuevo desafío”.
Mientras se normalizaba la situación, comenzó entrenando con su nuevo Club, en la modalidad burbuja: “Estamos en San Martín, en el hotel que tiene el Club dentro de la institución, con médicos, kinesiólogos, equipo técnico, la gente que se encarga del mantenimiento del club y la gente de la comida, estamos todos acá y no puede salir ni ingresar nadie”. Esta nueva normalidad, nos llevó a todos a adaptarnos a rutinas y formas de desenvolvernos distintas; el fútbol no fue ajeno a ello: “Somos 30 jugadores que han traído, más los chicos del club; se extrañaba el día a día, el compartir un mate con amigos, cosa que ahora no hacemos, cada uno tiene su mate, su botella, es difícil porque sí o sí tenes contacto en los entrenamientos, tratamos de tomar los recaudos necesarios para cuidar la salud de cada uno pero cuando estás jugando te olvidas de todo y el fútbol es un deporte de contacto físico, no se puede entrenar sin tener ese roce entre jugadores”.
Feliz con el momento que está viviendo, Nicolás recuerda que ese sentimiento lo acompaña desde la primera vez que entró a una cancha: “Mi familia me dejó siempre libre, sin presiones mientras fuera feliz, siguiendo lo que quería mi corazón y mente; les costó porque era muy chico pero jamás me dijeron si jugué bien o mal, siempre cuando salía de la cancha me preguntaban si estaba feliz de lo que hacía; un mensaje para los chicos sería que se diviertan porque es un deporte muy lindo y a los padres que dejen que los chicos disfruten, que no les exijan nada porque es cuando ellos se sienten presionados y no pueden dar el cien por ciento de su rendimiento, hay que entrar a una cancha a hacer amigos y a disfrutar de este deporte tan lindo y divertirse a la vez”.
Los sueños por cumplir son el motor que nos hace avanzar, que nos hace seguir, y Nicolás tiene muy claro cuál es el suyo: “He llegado hasta donde, más o menos, quería pero si de soñar se trata me gustaría jugar, por lo menos, una B Nacional, la segunda categoría del fútbol argentino, ya es otro tipo de club, es televisado; es la meta que me he puesto, voy por buen camino, se me hizo muy difícil que me vean allá porque no hay liga ni competencia; creo que soy un privilegiado en que alguien me haya visto y me haya sacado, luego va en uno la conducta, pero a los chicos les digo que nunca bajen los brazos, donde voy nombro a Malargüe para que vayan a ver chicos allá, porque sé que hay muy buenos jugadores”.
Fotos: Gentileza de Javier Fernández, Marie González y Roberto Bravo.
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