La baja del sistema afecta a quienes dependen del cannabis medicinal para su tratamiento. En Malargüe, la historia de Kallfü, refleja las consecuencias de la medida.
El Gobierno nacional anunció la baja total del Registro del Programa de Cannabis (Reprocann) y su reestructuración desde cero. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, justificó la medida alegando irregularidades en los permisos y el supuesto desvío de cannabis medicinal al mercado ilegal. Sin embargo, la decisión afecta directamente a miles de pacientes que utilizan esta alternativa para tratar distintas patologías, entre ellos niños con enfermedades neurológicas.
Uno de los casos que ilustra esta situación es el de Kallfü, una niña malargüina de nueve años diagnosticada con parálisis cerebral y epilepsia refractaria. Su padre, Hugo Magallanes, referente de la Asociación de Cannabis Medicinal Malargüe, cultiva cannabis desde hace años para mejorar su calidad de vida. «Seguimos utilizando la medicina alopática, pero el cannabis nos permite controlar mejor la epilepsia y reducir las dosis de anticonvulsivantes, que son muy perjudiciales», explicó.
Magallanes destacó que el aceite de cannabis es fundamental para su hija. «Sin el aceite, empieza a tener microdescargas eléctricas en el cerebro que, con los días, generan crisis fuertes y consecutivas. La alternativa es aumentar los anticonvulsivantes, que la terminan anulando, pierde la sonrisa, la expresión, deja de interactuar y pasa el tiempo inmóvil y dormida», señaló. Para muchas familias, esta planta representa una mejora concreta en la calidad de vida de sus seres queridos.
El Reprocann, creado en 2021, permitía a los pacientes con indicación médica cultivar cannabis para uso terapéutico. Sin embargo, el Gobierno argumenta que el sistema presentaba falencias y busca reformularlo. «Vamos a dar todo de baja y empezar de cero», expresó Bullrich. Entre los motivos, mencionó que había personas con permisos para 18 plantas que en realidad cultivaban miles.
Para Magallanes, la regulación es necesaria, pero no debe ignorar el derecho de quienes realmente necesitan el cannabis medicinal. «El problema no son las drogas en sí, sino el ser humano y qué hace con ellas. Hay muchos cultivadores que producen para tratar patologías. Si tenes un ser querido sufriendo y sabes que hay una planta que le mejora la calidad de vida, si realmente lo amas, la vas a usar», afirmó.
Mientras el Gobierno redefine el sistema, pacientes y familiares quedan en una situación de incertidumbre. «Me gustaría hablar más allá de mi hija sobre la cantidad de pelotudeces que está diciendo la ministra de Seguridad y toda la pantomima que vienen armando con el tema del narcotráfico», cuestionó Magallanes. En medio de esta polémica, cientos de familias esperan una solución que no ponga en riesgo el acceso a un tratamiento que ha cambiado sus vidas.