A 75 años de su segunda creación como departamento, Malargüe celebra mucho más que una efeméride administrativa. Celebra una historia de resistencia, de sueños tallados en piedra, de comunidad que se construye a pulso en medio de la inmensidad austral mendocina. Desde su renacimiento en 1950 —bajo el nombre de Departamento General Perón— hasta hoy, el sur mendocino ha sido escenario de transformaciones profundas que han forjado el orgullo de ser malargüino.
La historia de Malargüe no empieza ni termina en los límites políticos. Es una historia que se remonta al cruce libertador de la columna más austral del General San Martín por el Paso El Planchón, que convirtió estas tierras en testigo silencioso de la gesta emancipadora. Es también la historia de la erupción del volcán Descabezado, que dejó huellas geológicas y humanas imborrables, y de la tragedia del Chacay, que marcó a fuego la memoria colectiva. Cada evento, cada dolor, cada reconstrucción ha templado el espíritu de lucha que caracteriza a su gente.
La minería ha sido uno de los motores de crecimiento más importantes. Desde el auge del petróleo y el uranio hasta los actuales desarrollos exploratorios y energías renovables, Malargüe ha sabido posicionarse como un polo estratégico en el mapa productivo de Mendoza. Pero no solo ha crecido en recursos: ha crecido en conciencia, en debate, en participación ciudadana sobre el modelo de desarrollo que quiere y necesita.
Eventos como el Motorazo y el Malargüinazo son más que manifestaciones populares: son símbolos de identidad, de pertenencia, de una comunidad que se moviliza por lo que cree justo. Son la expresión viva de un pueblo que no se resigna, que defiende su historia y proyecta su futuro.
Hoy, Malargüe se destaca por logros concretos que hablan de su capacidad de gestión y visión estratégica. El desarrollo del Parque Cretásico Huellas de Dinosaurios, la consolidación del Observatorio Pierre Auger como referente mundial en astrofísica, el crecimiento del turismo científico y de naturaleza, y la apuesta por la educación técnica y superior son señales claras de un departamento que no se conforma con lo que fue, sino que se reinventa constantemente.
Los desafíos del presente son tan complejos como apasionantes: diversificar la matriz productiva, fortalecer la infraestructura, cuidar el ambiente, retener a los jóvenes, y consolidar una identidad que abrace el futuro sin perder sus raíces. Pero si algo ha demostrado Malargüe en estos 75 años es que su espíritu de lucha y construcción es inquebrantable.
Ser malargüino es llevar en la sangre el viento, la montaña, el silencio y la palabra. Es saber que cada piedra del camino tiene una historia, y que cada historia merece ser contada. Es un orgullo que se celebra, se defiende y se proyecta.
Porque Malargüe no es solo un lugar en el mapa. Es una forma de estar en el mundo. Y hoy, más que nunca, es tiempo de celebrar lo que somos y construir lo que soñamos.
Esto estamos haciendo por Malargüe, por eso Tenés que saberlo.
Por Intendente Celso Alejandro Jaque

