Originariamente de Buenos Aires, Dora y su marido llegaron a Malargüe en el año 1965. “No conocíamos la nieve, nos invitaron a conocerla, pero en vez de nieve nos recibió el viento”, contó entre risas.
Luego de vivir 18 años en General Alvear, se mudaron definitivamente a este departamento donde comenzaron relacionarse con la actividad turística. En el año 1988, la Municipalidad de Malargüe dio un curso para guías de turismo que ella tomó. Rememora que estuvo tres meses en Malargüe, mientras su marido Héctor viajaba, ella grababa las clases y luego las escuchaban juntos. Además, como vivían en Bardas Blancas, empezó a ir a Caverna de las Brujas y ahí conoció a muchos espeleólogos.
Cuando se inauguró Las Leñas, ella ya se encontraba trabajando en la zona de Los Molles y empezó a concurrir al centro de esquí porque manejaba tres idiomas: castellano, alemán e inglés. De hecho, es la única guía de turismo de Malargüe que habla en alemán.
También contó que comenzó a ir a los congresos, cada vez que su situación económica se lo permitía y opinó que ha habido muy buenos directores de Turismo en Malargüe que ayudaron a crecer esta actividad pero “tendría que haber crecido más”.
Sus compañeras de la Asociación de Guías de Turismo de Malargüe relataron que, en el último día del congreso realizado en Santa Fe, los organizadores comenzaron a entregar diplomas a todos menos a los participantes de Malargüe pero, cuando quedaban unos pocos, llamaron a todas las autoridades para dar un premio especial a la guía más antigua que hay en el país, que es Dorita.
En este sentido, expresaron que existen los guías idóneos y los profesionales y, que en su caso, han aprendido muchísimo de los pioneros como ella.
En relación a este trabajo, Dora destacó que “para explicar el paisaje malargüino se debe entender de geología y, por eso, hay que estar capacitándose, leyendo, buscando, no quedarse con lo que aprendí en el curso o la facultad. Es importante tener idiomas pero, ante todo, lo que debe tener un guía de turismo es mucho amor”.
