La primera producción arrojó un total de 88 botellas que, aún, no se comercializarán.
El vino se declaró, en el 2013, como la bebida nacional. No es solo una industria que motoriza nuestra economía sino que representa mucho más: familia, encuentros, charlas, historia, cultura. Y así nació “Chichino”, en homenaje a quien un día soñó con lo que hoy es un hecho: el primer vino malargüino.
“Mi papá un día dijo que sería lindo ver unas hileras de viñas acá, entonces le comentamos a un amigo de Tupungato y un día se apareció con 354 cepas y ahí dijimos: en qué lío nos metimos; es una planta que hay que cuidar, hay que regar, podar; sabemos que es atípico acá, más allá que haya gente que tiene un parral en su casa”, contó para Malargüe a Diario Lelia Di Paolo durante la presentación formal del primer vino malargüino.
Esta primera producción de Chichino data de 4 años de historia, según recordó Lelia; todo comenzó como un hobbie, la primera cosecha se comieron la uva, “pero era uva fina, no tan rica como la moscatel”; la segunda era más cantidad y se repartió entre amigos y conocidos y la tercera cosecha consultaron a un enólogo, Carlos Lalik, quien posee una bodega llamada Cavas del Artesano en General Alvear y se ofreció a realizar el vino local, “le interesaba hacer vino de Malargüe, porque hay viñedos y se hacen vinos en Chubut, Neuquén, en zonas frías, así nos impulsó a que le mandemos la uva. Mandamos una primera muestra, como nos había explicado, poniendo en cajones especiales y nos dijo que esperemos 10 días, tuvimos suerte porque hubieron días de mucho sol y eso hace que tenga más madurez la uva y cuando se cumplió el plazo mandamos la uva; había dado el grado e hizo el vino, muy rico de uvas finas”.
El viñedo, ubicado en una finca de la zona norte de nuestro departamento, ha sido inspeccionado e inscripto en el Instituto Nacional de Vitivinicultura, “como debe ser, ya hay otros viñedos en Malargüe pero no se han elaborado vinos; todos los profesionales están muy entusiasmados; nos han visitado ingenieros agrónomos de todo Mendoza y el país porque les parece una experiencia nueva y que todos esperaban; estamos contentos, sirve para mostrarle a la gente que en Malargüe se pueden hacer un montón de cosas, hay que ver qué variedades se pone porque el clima es muy duro pero hemos ido aprendiendo, nos han enseñado mucho”.
Lelia Di Paolo informó que este viñedo cosechó, aproximadamente, 380 kilos de uva; luego de la elaboración en bodega quedaron 180 kilos para vinificar, de los cuales se consiguieron 88 botellas de ¾ litros, con las que se realizó una degustación íntima y se repartirá entre la familia, “este es un homenaje a mi papá, Julio Di Paolo, que tuvo ese sueño y falleció hace un año, no llegó a probar el vino pero sí vio las viñas y le gustaba como iba creciendo”.
Todo el trabajo que implicó la elaboración de este vino, según comentó Lelia di Paolo, contó con la generosa colaboración de mucha gente: “el enólogo realizó todo de manera desinteresada y no nos ha cobrado nada, la etiqueta estuvo a cargo de una sobrina arquitecta y quien realizó la impresión también lo hizo de forma desinteresada, porque a todos les pareció que había que apostar, seguir para adelante, Malargüe puede, tiene que diversificar sus recursos; acá nos faltaría una bodega para poder elaborar”.
Por último, la empresaria local explicó que esta primera producción de vino posee las variedades 50% Malbec y 50% de Bonarda, “este vino que ha salido es un blend, estuvo estacionado de marzo a noviembre; ahora nos aconsejaron probar otras variedades como la Pinot Noir, porque es más apta para zona frías”.
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