Contiene a más de 25 niños. Funciona dos veces por semana. Colabora con otros merenderos. Sus referentes aseguraron que iniciarán una huerta.
La mejor enseñanza que se les puede dar a los más pequeños es a través del ejemplo; ellos miran constantemente lo que hacemos los adultos y, casi siempre, nos copian. En el merendero Corazones Judocas no sólo reciben una taza de leche y algo rico para acompañarla, sino que vivencian lo que es la solidaridad, ese sentimiento y actitud de unidad basado en metas e intereses comunes. Aprenden a compartir, a sentir empatía por el otro y, algo no menos importante, siguen siendo niños.
Hace 3 años, Vanesa Mesa y Beli Acosta decidieron encarar lo que, en ese entonces, parecía un sueño. “Siempre se juntaban acá muchos chicos, a jugar al trompo, a la bolita y salió la idea de hacer un merendero. Nosotros somos una familia numerosa y empezaron a venir amiguitos de unos y de otros y hacíamos torneos, jugábamos a la pelota, salíamos a andar en bicicleta y con Vane surgió la idea de hacer el merendero y lo pusimos en marcha”, comentó para Malargüe a Diario Beli, quien recordó que sus hijos pertenecían a la Escuela Municipal de Judo, “también me sumé yo y se lo comentamos a Pablo Villarruel y de ahí surgió hacer el merendero a través de la Escuela de Judo, que siempre nos respaldó con el tema de los alimentos”.
Beli se siente afortunado, “siempre hemos conseguido cosas, la panificadora Doña Josefa nos dona las facturas, los kioscos Patri y El Reloj también nos apoyaron desde el comienzo, como la carnicería el Turco y panificadora Sánchez. Yo hacía el recorrido en el día y le traía a Vane para que reparta en el merendero que, al principio, funcionaba de lunes a viernes y ahora, por la pandemia, estamos los martes y jueves”.
Hace un tiempo atrás, también se cruzó en el camino de Corazones Judocas Paola Raffaelli, “ella es de Buenos Aires, nuestro contacto con ella fue a través del profesor Nicolás Parasecoli, y es el apoyo que tenemos desde allá. Nos junta juguetes, ropa, un montón de cosas que nos envía o trae ella misma”.
Gracias a la colaboración de tanta gente, Corazones Judocas se convirtió en un eslabón más de esta cadena de favores. “Llevamos cosas al campo, a otros merenderos y ahora trabajamos con las donaciones. La idea es seguir creciendo y ayudando a los demás merenderos y a los chicos”, comentó el entrevistado.
Consultamos a Beli sobre las necesidades de este merendero en particular, a lo que respondió: “Necesitamos un portón para el galpón porque cuando está muy frío hay que ocupar la casa de Vane, así podemos cerrar el galpón, donde hay más espacio”.
Agradeció a todos los que han colaborado con esta causa y lo siguen haciendo, “como Seba Ferrada, que siempre colaboró con Corazones Judocas, los profes de judo, mucha gente que nos apoya, que se va sumando y contagiando en esto, que funciona con lo que nos donan”.
Por otro lado, “Vane”, como todos la llaman, confesó: “Es muy lindo estar en el merendero, te tiene que gustar. Uno viene muy de abajo, ya conoces y es un honor trabajar con niños. Yo soy la mala del merendero, la que pega el grito y ordena todo pero se siente lindo, más en este tiempo que muchos necesitan. Este es un rinconcito para ayudar y estar tranquilos”.
Laura, Gabi y Luci son las aliadas de Vane; ayudan a ordenar la sala, armar los mesones, hacen el té, reparten las masitas, “ellas vienen y colaboran sin que yo les pueda pagar nada, es todo a beneficio de los nenes”, aseguró.
También compartió que en breve comenzarán a trabajar en una huerta, “en el fondo del lote, para que los chicos aprendan” y aprovechó para agradecer a todos los que se suman y colaboran para que el merendero Corazones Judocas pueda seguir funcionando. “Es un grupo muy lindo el que tenemos, “las Paolas”, Gise (secretaria de la edil Rojo), Pablo Villarruel, Beli… Es un grupo muy grande, todos trabajamos uniformemente”, afirmó con orgullo.
Por su parte, la concejal Paola Rojo, quien este año se sumó como madrina a este grupo de gente que vela por el bienestar de los niños, rememoró: “Este año empecé a trabajar con los chicos, por otro tema llegué a la casa de Vanesa y me comentaron que estaban con el merendero. En ese momento por algunas cuestiones, entre ellas económicas y la cuarentena, no estaba funcionando pero los chicos igual venían a la casa a jugar, era un lugar de encuentro para ellos. Después decidimos abrirlo dos veces por semana, desde las 16:30, se les ofrece leche con chocolate. Hay días que hay masitas, facturas, tortitas saladas que hacen ellas; yo me sumé a esta actividad, para ayudarlos con la parte económica, suministro de leche, harina, azúcar, cosas que se necesitan cotidianamente”.
Corazones Judocas se encuentra ubicado en Juan de la Cruz Pérez 662, es frecuentado por niños del barrio Martín Güemes y Nueva Esperanza. “Hay días que vienen entre 20 y 25 chicos y otros días más que se van enterando que el merendero está nuevamente en actividad. Además juegan a la pelota”.
Mientras que el jueves 13 celebraron el Día del Niño, se les hizo entregas de algunos obsequios, hicieron juegos, para que no fuera un día más y ellos fueran recibiendo algo en base a su día. “Éste es un trabajo colaborativo, de equipo, de predisposición”, afirmó.
Rojo informó también que siempre hay gente que se suma y colabora con donaciones, ropa, facturas, muchas cosas, “haciendo todo a pulmón, trabajando en equipo que es algo que valoro, la predisposición que han tenido siempre y la labor que hacen Beli y Vane que siempre han estado trabajando por el merendero”.