Murió Tronquito, el caballo querido hasta por sus adversarios

El triste suceso fue a raíz de un cólico gaseoso.  Su “dueño y amigo” lo recuerda con mucho cariño.

Juan Zúñega confirmó la muerte de Tronquito, el reconocido caballo que supo ganarse el cariño de todos. “Tronquito”, el caballo que supo conquistar a fanáticos y adversarios, murió el pasado miércoles a causa de un cólico gaseoso que, según su dueño,  pudo haber sido causado por parásitos, la comida o el agua.  “Se le hicieron los estudios correspondientes, realizados por su veterinario (ecografías, análisis, sondas) y no había riesgos, se encontraba mejorando día a día”, confesó Zúñega a Malargüe a Diario, pero el miércoles 30 finalmente murió.

Con un dejo de nostalgia y tristeza, Juan evocó el comienzo de esta amistad: “Recuerdo cuando mi tío Segundo Vázquez me propuso traer los caballos a cuidar, entre ellos Tronquito, sabíamos que era especial y nos propusimos salir a correr afuera pero jamás imaginamos que tan lejos llegaríamos”,  y continuó: “Por falta de lugar lo cuidamos en el stud Sueño cumplido con Steven Nieto, el caballo ganó el clásico cuadrero del Patrón Santiago, dejando una muy buena impresión.  Fuimos a Vista Alegre, en Neuquén, y el caballo confirmó que estaba para cosas grandes así que nos largamos a recorrer Córdoba, San Luis, diferentes lugares de La Rioja, ganando la mayoría de las carreras y en las que perdió dio pelea, por eso el caballo se ganó el cariño de muchos aficionados y no aficionados de diferentes puntos del país, más el respeto de sus contrarios, a tal punto que era requerido por la mayoría de los organizadores”.

Después de correr en Neuquén, manifestó Juan, lo llevaran a que lo cuidaran en el Stud don Nazareno con Horacio Rojas, lugar donde sentían que pertenecían. Junto a Horacio hicieron toda la campaña, siempre bajo la supervisión profesional de Gustavo Adaro, su médico veterinario que viajó desde Chile para atenderlo donde fuera. “Lamentablemente su problema superó la ciencia.  Tronquito era la unión de la familia y un integrante más, provocó cosas inexplicables en la gente, se hacían caravanas cuando volvía con un triunfo, provocó admiración y reconocimiento a donde iba, demostrado con interminables aplausos aun cuando perdía”.

Por último, Juan eligió una anécdota en particular para despedir a su “amigo”: “Recuerdo una vez, cuando le ganó a 2 yeguas criadas por un Haras muy importante de Villa Dolores, Córdoba (Haras don Taco) y su propietario se acercó y, sacándose el sombrero, me dijo: este es un pingo realmente.  En algún momento reaccionamos y nos dimos cuenta lo que era realmente el caballo, hasta ese entonces solo era el mimoso, el regalón y el que nos alegraba la vida y soñamos muchas cosas más con él, todos juntos. Hoy no queremos creer que no lo veremos más, se nos fue parte de nosotros…”.

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