Un Milagro en el campo: segunda parte, la odisea para llegar

Desde este medio se dio a conocer días atrás la historia de la joven madre que pidió ayuda al Centro Médico del Sosneado, ya que su bebé estaba por nacer. Esa ambulancia no llegó y la madre naturaleza no sabe de burocracia. La pequeña niña nació en la noche y en el campo, a un costado de una huella. El padre de la pequeña hizo de partero.

La niña y su madre estuvieron internadas en el Hospital Regional y ayer fueron dadas de alta. Ambas están en perfecto estado de salud. Sin embargo, quedó pendiente contar otra parte de la historia.

Antonella Saravia, de 23 años y Hernán Lucero llamaron por teléfono al Centro de Salud del Sosneado el domingo en la noche. Pidieron una ambulancia, porque su bebé venía en camino. Mientras llegaba la atención médica, intentaron acortar distancias y en una camioneta emprendieron viaje hacia la Ruta 40, pero el vehículo falló y no pudieron continuar. Pasaron los minutos y a un costado de una huella nació la pequeña, a quien después llamaron Milagro.

El pedido por asistencia médica terminó en el Hospital Regional, por lo que el enfermero Ricardo Carbajal y el chofer Ariel Díaz partieron hacia el destino en una ambulancia. Según las directivas, debían ir hasta El Sosneado, a 50 kilómetros de la ciudad y luego dirigirse hasta el puesto Isla Grande. Ambos son conocedores de la zona y optaron por cortar camino por La Junta.

“Cuando entramos al pueblo de La Junta nos paramos en una casa donde vimos luces y le pedí a un señor, de apellido Oses, que me acompañara porque una mujer estaba por tener familia y no sabíamos bien cómo llegar. El hombre me respondió que no había ningún problema y nos acompañó”, explicó a este medio el enfermero Ricardo Carbajal.

Era de noche, la visibilidad era escasa y en la zona tuvieron que recorrer una huella y costear el río Salado. “El baqueano (hombre conocedor de la zona) nos indicó cómo seguir. Tuvimos que meternos por algunos de los brazos del río. Anduvimos casi 80 metros en el primer brazo y en el otro unos 20 metros”, precisó Carbajal.

En el video se puede observar cómo intentan seguir la huella y luego ingresan con la ambulancia al cauce. Por momentos pierden de vista el camino y transitan por uno de los brazos del río. Las luces de la ambulancia dejan de alumbrar por algunos segundos, porque las tapa el agua. También se puede escuchar en el video el alivio que sienten cuando logran cruzar y al final el chofer le pide a su ambulancia que continué avanzando en una empinada subida. “Subí….subí…. subí…esaaa…. esaa”, exclama el chofer.

Video: Gentileza de Ricardo Carbajal.

Los enfermeros que trabajan en la zona rural están acostumbrados a este tipo de panoramas, ya que asisten a puesteros de distintos lugares de esa zona y algunos viven más cercanos a la cordillera. Cualquiera pensaría que se movilizan en ambulancias 4×4, preparadas para el terreno en cuestión, pero lo cierto es que lo hacen en la ambulancia común que se utiliza en la ciudad de Malargüe. “Los chofes que están en el Hospital Regional tienen muy buena capacidad de manejo y eso ayuda mucho”, recalcó el enfermero Carbajal.

ambulancia-hospital

Ambulancia en la que se brindó la asistencia.

Con la ayuda del hombre que conocía la zona, la ambulancia demoró menos tiempo que si hubiese tenido que ir hasta El Sosneado, ya que cortaron camino por La Junta. Quien debería haber concurrido a esta emergencia eran los trabajadores del centro de Salud del Sosneado, pero se desconoce por qué no brindaron el servicio. Según trascendidos, porque no había ambulancia.

Carbajal, el chofer Díaz y el baqueano lograron finalmente llegar hasta donde estaba Antonella, Hernán, la bebé y dos familiares más que habían ayudado en el parto. “Cuando llegamos no sabíamos que la niña ya había nacido, su padre la tenía envuelta en su campera y me la entregó para que la cambiara. Cuando le pregunté qué era, si nena o varón, él me respondió: “No sé”. Él estaba asustado todavía y se había sacado la campera para abrigar a su hija y temblaba de frío. Cuando la visto con la ropa que llevábamos del equipo de parto veo que era una nena.”

El enfermero continuó relatando sobre el estado de salud de la joven madre Antonella, quien había dado a luz mediante un parto tradicional. “Después de cambiar a la bebé pregunté dónde estaba la mamá, y ella se acercó y me dijo: “Soy yo”. Ella venía caminando y se subió a la ambulancia. Muy pocas veces he visto eso, porque después de dar a luz las madres no se pueden ni mover.”

Ricardo Carbajal tiene 60 años, siempre vivió en Malargüe y desde hace 26 años que trabaja como enfermero. Esta historia lo marcó: “Había una vida de por medio. Cuando terminé de cambiar a la bebé le puse el dedo en la boca y quería chupar, se agarraba su manito. Son emociones encontradas. No tengo maneras de explicar lo que se siente.”

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