Video: tiene 64 años y recorre miles de kilómetros en su moto 90cc

Hace poco más de un año se compró una motocicleta y, empujado por su grupo de amigos, se decidió a viajar.  Pasó por Malargüe y prometió volver a la provincia.

Emilio Piccioni, tiene 64 años y es de la ciudad de Concepción del Uruguay,  Entre Ríos.  Hace, aproximadamente, un año decidió comprarse una moto Guerrero G de 90 centímetros cúbicos; con ella lleva recorridos 9800 kilómetros.

“Compré la moto para andar y me empezó a gustar y empecé a viajar; los muchachos me empezaron a picanear y le agarré el gustito”, manifestó para Malargüe a Diario el motociclista entrerriano en su paso por Malargüe.

Según relató Emilio, el primer viaje junto a su “dama azul”, como llama a su compañera de ruta, lo realizó el 1º de diciembre de 2019: “Fui desde Concepción del Uruguay hasta Trelew y volví con la idea de organizar el viaje a Ushuaia”.

Emilio llegó a Malargüe por pura casualidad, cuando circulaba por la provincia de Neuquén no lo dejaron pasar alegando que el peso que llevaba su motocicleta excedía el permitido para esa cilindrada, “los municipales de Chos Malal fueron los que no me dejaron pasar; los kilos que llevo de más representan menos que lo que pesaría una persona si llevara acompañante”.

Además de su “dama azul”, Emilio viaja con lo justo y necesario: olla, sartén, jarro, una parrilla plegable, una carpa, “cuando me agarra la noche, acampo en cualquier lado, no tengo problema, también llevo agua porque en esta zona con el zonda y con la edad que tengo necesito hidratarme; y llevo un bidoncito con la reserva de nafta, por las dudas, el tanquecito es de 2 litros y tiene una autonomía de casi 200 kilómetros, repuestos no llevo ninguno, sólo una bujía y unas herramientas”.

Consultamos a Emilio por el estado de la ruta nacional Nº 40 hacia el sur: “A pesar de los pedacitos de ripio, lo demás está bastante bien, ando a la velocidad mínima que marcan las rutas, 50/60, a veces, a 70, depende del viento y si es subida o bajada, es un placer ponerme el casco y sentir el viento en la cara, me siento libre”.

En los kilómetros ruteados, Emilio fue testigo de la solidaridad de otros motociclistas y de los que no lo son, en este sentido contó su experiencia en Malargüe: “Sebastián Gironi, un chico que anda en moto, me encontró que iba a pasar la noche por ahí y me invitó a su casa, todos los moteros son así; en San Luis los de la Agrupación Los Vikingos me juntaron plata entre todos, entre todos nos ayudamos y la gente que no es motoquera también te ayuda”.

Sebastián le presentó el martes aquí en Malargüe a Diario otros amigos con el mismo amor por las motos, Fabricio y Diego Rodríguez, con quienes también formó un vínculo de hermandad.

Finalmente al día siguiente Emiliano continuó su viaje, lento pero seguro y como a él gusta, disfrutando el viento en la cara, sintiéndose libre.

Fotos: Gentileza. 

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