Con un tiempo propicio para dar un paseo por el centro de la ciudad, el pasado domingo en la plaza San Martín, integrantes de la Asamblea por los Bienes Comunes de Malargüe aprovecharon la jornada para compartir información con los transeúntes. La intervención consistió en repartir folletos a los vecinos, con dos ejes.
El primero se trató de la “Campaña Ambiental 1 litro de Conciencia”. Una invitación para ahorrar el gasto de agua, muy accesible a todos los hogares. Ya que el único material necesario para llevarla a cabo es una botella de un litro. La misma debe colocarse en la mochila del inodoro, así según los cálculos, se reducirían 4,5 litros de desperdicio de agua cada tres descargas. Esto significaría 135 litros menos de agua al mes, en un domicilio donde habite solo una persona.
El otro pilar del diálogo mantenido entre los vecinos, en la plaza más céntrica de Malargüe, se trató del acercamiento de información oficial sobre la empresa multinacional VALE.
Los folletos repartidos denunciaban 3 catástrofes ambientales en América del Sur, producidas en cadena y originadas en la extracción del mineral de potasio. El mismo panfleto exponía que en 2012 de la minera de VALE, había distribuido 6.000 millones de dólares por ganancias, entre sus accionistas. Mientras que, según el folleto, al cierre de dicho emprendimiento muchas familias malargüinas quedaron endeudadas.
La Profesora de Geografía Amalia Ramírez, una de las integrantes de la asamblea y especialista en Ordenamiento Territorial, dijo en conversación con Malargüe a Diario: “Es cierto que las asambleas en toda la provincia hemos tomado el rol de control de las cosas que no controla el Estado. Por ejemplo, el Estado no ha evaluado correctamente las Evaluaciones de Impacto Ambiental en los últimos proyectos mineros. Entonces el rol de las asambleas fue justamente analizar esas evaluaciones y ver cuáles eran todas las vulnerabilidades que tenían al momento de ser presentadas.”
Ramírez también expresó: “Hemos estado haciendo un trabajo que lo debiera hacer el Estado, porque tiene la responsabilidad por ley de controlar no solo las Evaluaciones de Impacto, sino la parte ambiental cuando los proyectos están en pleno funcionamiento. Las asambleas lo hemos venido haciendo porque hay un vacío que no se está cumpliendo, o sea el Estado está fallando.”
También la Técnica Superior en Conservación de la Naturaleza e integrante de la asamblea, Sol Remón cuestionó: “Creemos que hay que sentarse a discutir, lo que es minería sustentable porque sabemos que el Honorable Concejo Deliberante y algunos empresarios han nombrado al departamento como minero sustentable, entonces nosotros nos preguntamos: ¿En nombre de quién lo han nombrado? ¿Han convocado al pueblo de Malargüe, a las organizaciones civiles, socioambientales para definir qué es minería sustentable? Porque el término sustentable está bastante bastardeado últimamente y que se usa la sustentabilidad para tapar, para que parezca más amigable con el medioambiente”.
Sobre la recepción de las personas durante la intervención, las asambleístas dijeron que la gente está comenzando a informarse y a escuchar. Ya que consideran que los desastres generados por VALE y Barrik Gold, en Brasil y San Juan respectivamente, han llegado a la población, lo que genera una predisposición para hablar sobre estos temas.
Se consultó además si la asamblea malargüina estaría dispuesta a dialogar con el Movimiento de Mineros Desocupados, a lo que Amalia Ramírez contestó: “Por supuesto que la disposición está y nosotros entendemos que hay desempleo, que hay mucha gente que necesita trabajar. Nosotros no estamos en contra de la minería en general pero, como decimos siempre, no queremos que se vengan a instalar grandes empresas, que generen grandes impactos ambientales, sociales y económicos para la población. Queremos una minería que realmente genere un empleo a largo plazo y no de 5 o 10 años, donde después quede un montón de gente desocupada y endeudada”.
Finalmente nuestra entrevistada expresó que consideran posible la concreción de proyectos mineros de menor escala, amigables con otras actividades económicas como la ganadería, la agricultura y el turismo. No así la minería moderna, a gran escala o megaminería, según Ramírez, por los daños que ésta produce en los recursos vitales: agua, tierra y aire.


